Echu Agbálonké
Eleguá

Camino de Echu Agbálonké, guía espiritual de los Eggun al plano celestial

Echu-Elegguá, se distingue por sus 121 caminos, que reflejan las múltiples facetas que toma esta pareja, símbolo del constante equilibrio entre el bien y el mal en la religión yoruba.

Elegguá es un guerrero fuerte que cuida a los devotos y que, cuando lo colocan tras la puerta de entrada de la casa, vigila porque nada malo ocurra en el hogar.

Este poderoso orisha además nos puede abrir los caminos de la felicidad, la salud y la prosperidad, si considera que somos devotos dignos de la fortuna y la suerte.

Pero Echú en cambio, puede tomar la faceta de un niño travieso y causar numerosos problemas, en aras de restaurar el equilibrio o desequilibrar el plano terrenal de los hombres.

También puede cerrarnos las puertas y cambiar las encrucijadas, provocando infortunios y fatalidades en nuestra vida.

Características de Echu Agbálonké, el Echu de las muertes y los espíritus

Entre los caminos de Echu-Eleguá se distingue Echu Agbálonké, un Echu que toma la forma de un guerrero fuerte y audaz que castiga con el fuego a aquellos que se dedican a hacer el mal.

Le llaman «El Echu de las muertes», pues continuamente está guiando las almas de los difuntos, por lo que se asocia también con Oyá, Obba y Yewá, las diosas muerteras.

A ellas se une en la tarea de rescatar las almas de los difuntos recién fallecidos y llevarlas por el camino correcto hasta Ara Onú, el plano celestial en la religión yoruba.

Este camino de Echu-Eleguá por tanto, es muy espiritual y está muy ligado a la adivinación y el culto a Eggun.

Por ello, es sumamente venerado por los devotos de la religión yoruba.

El camino de Agbálonké vive en la calabaza

Echu Agbálonké se representa como adulto y nace en el oddu Obbara Melli.

Eleguá es también protector de la Diosa del Amor y los Ríos de la religión yoruba, Oshún, por lo que muchos de sus símbolos están ligados a ella.

Es Echu Agbálonké quien vive en una calabaza (acara), que es el fruto sagrado y la ofrenda predilecta de la deidad femenina Oshún.

A la calabaza se le debe sacar la masa y luego se deja secar. Posteriormente se introduce en ella a Echu Agbálonké, cuyo principal secreto son las tres lenguas de gallo que lleva en su carga.

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