Pataki sobre 2 hermanos donde Eshú castiga el orgullo y la desobediencia
Este pataki yoruba nace en el signo Oggunda Fun (3-10). Esta historia de gran enseñanza nos recuerda que:
El orgullo y la jactancia son la perdición del hombre, dice Ifá.
Historia de los dos hermanos, el afable y el rebelde
Érase una madre que tenía dos hijos que vivían cerca del río y a ambos les gustaba ir a bañarse allí.
Un día la madre le dice a unos de ellos que no se bañara en esas aguas porque había soñado que si lo hacía, de allí no saldría.
El chico era muy desobediente y falta de respeto, se rio de todo lo que dijo su madre e hizo caso omiso a la advertencia.
Más se encolerizó al escuchar a su madre dar permiso a su otro hermano para bañarse en el río.
Desde entonces este comienza a envidiarle y desearle todo el mal a su hermano, que por el contrario tenía un carácter afable y bueno.
Eshú prepara un castigo a la maldad
Cada día Eshú escuchaba como este pedía todo lo malo para su hermano y decide castigarle para darle una lección de por vida cuando llegara su momento.
Un día los hermanos estaban en el río y de pronto se desata una gran tormenta, que arrasaba con fuertes vientos todo lo que se encontraba a su paso.
En ese momento Eshú decide castigar al hermano rebelde y se pone a gritar en la orilla.
Entonces los dos hermanos se acercan a Eshú y este les dice que había visto algo llevado por la corriente que tenía un gran poder, tanto, que quién fuera su dueño tendría mucho poderío.
En ese instante Eshú llama aparte al hermano humilde y le dice:
Puedes tú lanzarte al agua, te aseguro que nada te sucederá y saldrás del rio con gran fortuna.
La obediencia siempre es recompensada
El chico sin dudarlo se lanza al agua y tal como se lo había pronosticado Eshú sale lleno de ricos tesoros.
El otro hermano también se lanzó al río tal y como lo había hecho su hermano, pero este nunca salió de allí, justo como se lo había dicho su madre.
Eshú había ya hablado con la bella Oshún y le había contado todo lo que sucedía con ese hermano rebelde y que quería castigarlo por sus actitudes.
Por ello, nunca más salió del rio el chico envidioso, Oshún lo convirtió en su esclavo, y solo lo dejaba subir a una piedra que estaba en el centro de aquel rio extenso y cuando intentaba ir hasta la orilla, Oshún lo hundía en sus aguas profundas.